Películas gays: Diario

Una invitación a hablar de películas con gays, de gays, sobre gays y que gustan a los gays. Aparecerán en esta página comentarios gays de películas específicas, de Laura a C.R.A.Z.Y., de La ley del deseo a Encrucijada de Odios, de Muerte en Venecia a Kiss Kiss Bang Bang

martes, octubre 24, 2006

Lianna (John Sayles, 1983)

Hay un momento encantador en esta película que refleja perfectamente la experiencia de muchos de nosotros al salir del armario. Es una escena sencilla, sutil, pero de intensa empatía con los sentimientos de una mujer que aprende a ver el mundo con nuevos ojos. La protagonista, tras su primera noche en una discoteca de mujeres, pasea por la ciudad en un día soleado. El director John Sayles alterna planos de una liberada Lianna (Linda Griffiths) en continuo movimiento y de las mujeres a las que ve. Algunas son madres. Otras son hermosas. Y algunas son como ella. Los planos de las mujeres equivalen a una interrogación y combinan el deseo de la protagonista con el hecho de que es imposible saber si estas mujeres son o no son como ella. Pero ahora la posibilidad existe. Una de ellas incluso se da la vuelta y responde a su mirada (en la foto).

Es una escena liberadora y arquetípica, que, como tantas cosas en esta película, se refiere al proceso de salida del armario. Esta continua tipificación del proceso es la virtud principal de la película de Sayles, pero también un defecto que la lastra y que hace que no tenga un lugar tan privilegiado en el canon lésbico como Media hora más contigo, que se estrenó dos años después.


De hecho Lianna es una película que apenas citais en vuestros cuestionarios (creo que sólo una o dos de vosotras hace mención, incluso cuando os pregunto directamente). Es fácil ver por qué. Todo aquí es demasiado arquetípico. La película está tan pendiente de los rituales de la salida del armario (es epítome de este subgénero del cine gay) que olvida contar una historia específica. En sí esto no es malo. Era la primera vez que esta historia se contaba. Y las mujeres necesitaban imágenes de este tipo. También se echaba de menos un poco más de glamour. Autores como Russo alaban aspectos de la película, pero echan de menos elementos que sean realmente atractivos

Sin embargo son efectos perfectamente calculados que tenían un impulso político acorde con aquella época. Predominaba la hipótesis de que el cine hecho según estructuras clásicas acaba resultando inevitablemente patriarcal (es una teoría ya superada, pero entonces a ver quién se atrevía a cuestionarla), y buscaba alternativas en un cine feminista de la cotidianeidad, de aspecto casi documental (por ejemplo como el de Chantal Ackerman), con intervención autorial mínima. En la película se sigue la transformación de Lianna de mujer atrapada en un matrimonio erróneo a mujer independiente que se enfrenta a su primera decepción amorosa. Pero la ausencia de dramatismo parece sugerir que, realmente, eso son cosas que pasan, que la clausura narrativa es accidente y que la vida continúa.



Sayles es un director independiente, con un intenso compromiso político con cuestiones sociales. Se sitúa lejos de aproximaciones más atractivas (pero también explotadoras) del tema como Heavenly Creatures, de Jackson, de la que Wendy hablaba en el otro blog. Viene de la estirpe de Casavettes y otros directores independientes de los sesenta y los setenta, y en su haber está una de las películas fundamentales de los noventa (Lone Star), además de otras que exploran temas relevantes, como La casa de los babys (sobre mujeres que van a México a abortar), Limbo, Silver City (sobre corrupción política), Sunshine State, Passion Fish y la excelente Hombres armados (sobre guerrilla e indigenismo en América Central). Lianna es un intento honesto de hacer una película sobre la experiencia lésbica. Sus virtudes están en los pequeños momentos y no debemos esperar más. Otro ejemplo es la incomodidad y torpeza con que la protagonista sale del armario en la lavandería: “Soy gay”, dice a su vecina; “Y yo soy Sheila”, responde ésta. Como en muchas narrativas feministas del momento, se acentúa el espectro de relaciones entre mujeres (algo que ya vimos en el caso de Desert Hearts). En más de un sentido, como vemos, está anclada en las ideologías de su época. Y lo está hasta tal punto que corre el riesgo de carecer de interés una vez se saca de contexto. Ahora se espera que una narrativa tenga más fuerza. Sin embargo me atrevería a decir que no ha perdido sus valores didácticos (que forman parte de su ideario) y que la experiencia que cuenta sigue siendo relevante para muchas mujeres de hoy.

jueves, octubre 12, 2006

D.E.B:S. Espías en Acción (Angela Robinson, 2005)


Hay un tipo de cine que para nada aspira a ser considerado como “arte”. Tampoco quiere ser una declaración de principios ni quiere enseñarnos nada. Esta función del cine está presente desde sus orígenes como atracción de feria, y aunque la crítica seria lo ignora o no parece muy interesada, constituye el grueso de la producción mundial. El cine es un arte demasiado caro de producir como para poder permitirse ignorar el mínimo común denominador. Pero el cine popular no es necesariamente cine basura. El buen cine popular tiene cualidades que van más allá del entretenimiento. Sin duda, produce imágenes que inevitablemente tienen un contenido moral.

Esta introducción es relevante porque subraya un problema del cine gay: el público potencial no podía garantizar que una producción del montón fuera rentable. Así, el cine popular gay, se convierte en una especie extraña. Había homosexualidad en el cine comercial y había un cine gay de arte y ensayo. Pero hasta muy recientemente carecíamos de la “tercera vía” mayoritaria en el cine comercial. DEBS (película que no conocía y de la que me habló por primera vez alguien en este foro) es una película que muestra la posibilidad real de este tipo de cine gay comercial.



Como producto comercial carece, en mi opinión, de defectos. Cuenta con una realización sólida (este tipo de cine no aspira a más), un guión más ingenioso que la media, y una amplia gama de placeres que van desde la ironía hasta los meramente físicos. Es una película hecha para gente que simplemente quiere pasar el rato.

Su primer atractivo es de referencia a otras películas, de guiño sobre un género. En principio, parece una vuelta de tuerca sobre las películas de superhéroes (que, por cierto, tienen su público gay, especialmente si las dirige Bryan Singer) con una clara mirada irónica. Los amantes del género disfrutarán de los guiños: una agencia gubernamental ultrasecreta se dedica a reclutar, a través del selectivo, a alumnas de instituto que tengan madera de espías y superagentes. Entre las características que se buscan es saber mentir. En principio, la historia nos cuenta las aventuras de cuatro superagentes.

Imagino que un placer añadido para las espectadoras estadounidenses, ver sus rituales como alumnas de instituto reflejados: esa cosa ridícula de las ceremonias de graduación y es manera de tratar el hecho de “tener novio”, aquí todo es, creo, más flexible. En cualquier caso, este reconocerse en la cotidianeidad constituye el segundo atractivo de la película. La misión central a que se enfrentan las superagentes es eliminar a una presunta supercriminal (adolescente como ellas) Lucy Diamond; el problema es que la pobre está pasando por una crisis porque no llega a conocer a la mujer de sus sueños.

Sí, la mujer. Y esto se trata sin subrayarlo, como parte de la cotidianeidad a la que me refería más arriba. El modo tan desproblematizado en que se introduce el hecho es una de las cosas que hacen esta película especial. La supercriminal (acusada, entre otras cosas, de haber querido hundir Australia en el Pacífico) es atractiva, desenfadada y, en el fondo, buena chica. Como cualquiera del público.


Y antes de que las referencias al género de superhéroes se hagan pesadas, llegamos al nudo de la película. En cuanto Lucy ve a una de las superagentes, Amy, se enamora perdidamente de ella. Y es Amy quien se convierte en la protagonista. La narrativa gira entonces en torno a su dilema. Empieza a reconocer que ama a su enemiga, y esto es un problema no sólo porque Amy es agente y Lucy criminal, sino porque, claro, las superagentes han de ser hetero. Por otra parte, ser superagente es prestigioso, una tiene amigas y se siente integrada. Así que a lo largo de la película, tendrá que decidir entre irse con Lucy (la cual se irá reformando) o reprimir sus sentimientos pero conseguir su ambición.

El conflicto está brillantemente planteado. Sin grandes ambiciones ni discursos, la película nos convence de que uno debe hacer caso al corazón. Esto es una idea manida, claro, y muy frecuente en el cine comercial. Pero no tan frecuente cuando el corazón te dice que estás enamorado de alguien de tu propio sexo. Si el cine clásico en definitiva siempre declaraba que lo mejor era integrarse en los placeres que ofrecía el mundo heterosexual, aquí la felicidad para Amy es vivir con Lucy aunque tenga que renunciar a una brillante carrera. Los personajes están caracterizados con cuatro trazos, según estereotipos de la comedia adolescente, pero son efectivos y sus trayectorias son interesantes. Y por si fuera poco hay escenas de acción, persecuciones y efectos especiales que completan la diversión. El DVD parece enfocado a un mercado que incluye a los heteros (la cosa voyeurista que tienen con el lesbianismo), pero no os dejéis engañar: esto es una película gay y bien gay.

Ignoro el impacto que puede tener en adolescentes que se lo están pensando (chicos y chicas) pero a mí me entretuvo, me entretuvo y me hizo muy feliz. Quizá recordando que también pasé por ahí. Es verdad que todo es bastante irónico, pero en términos de representación y de atisbar cierta utopía (que tampoco está mal celebrar: no todo va a ser lamentarnos), va más allá de Brokeback Mountain. Y es que el cine popular, hecho con inteligencia, no será arte, pero nos despierta las emociones.

martes, octubre 03, 2006

Media hora más contigo, (Desert Hearts, Donna Deitch, 1985)

Pocas películas gays han tenido tanta importancia como Media hora más contigo. Probablemente ninguna ha sido esperada con tan altas expectativas sin defraudarlas. Todavía hoy, a más de veinte años, cuando las cosas se han normalizado bastante y las lesbianas no son una rareza en el cine de Hollywood (aunque sin duda el tratamiento de la experiencia lésbica deja bastante que desear), la película tiene su público: según las librerías gays de Madrid y Barcelona, es uno de los best sellers innegables en DVD, a pesar de que en España sólo se encuentra de importación (¿para cuándo una edición especial en zona 2?). Mis referencias en cualquier caso son sobre todo anglosajonas. Las nuevas generaciones pueden echar de menos muchas cosas, pero nadie niega que es una película que tuvo un significado muy hondo. Para este trabajo yo me pregunto, primero, si las lesbianas en España sintieron un impacto similar o si su éxito se debe sobre todo al hecho de que históricamente es una película ineludible.

Es algo que me planteo una y otra vez. Efectivamente algunas cosas hacen que los sentimientos que esta película despierta entre las estadounidenses puedan ser compartidos. Aquí hemos tenido hasta muy recientemente la misma pobreza de representaciones lésbicas. Podía llegar alguna, pero siempre era sórdida, o triste. El mito de la lesbiana triste era tan hegemónico como el del homosexual con pluma. Tampoco estoy seguro (es algo a investigar) de qué películas de tema lésbico llegaron a tener distribución en España durante los sesenta y setenta. ¿Alguien recuerda que circulase, por ejemplo, El asesinato de la hermana George? Pero aunque hubiera otros ejemplos, Media hora más contigo era especial. Se trataba de una historia cuya narrativa apuntaba al fortalecimiento de una relación sexual y emocional entre dos mujeres.
Se plantea como una doble trama de maduración. Una profesora universitaria, Vivian, llega a Reno, Nevada para llevar a cabo los trámites de su divorcio (el lugar es famoso porque se puede conseguir un divorcio rápido si uno reside ahí cierto tiempo: fue también escenario de una sección del clásico de Cukor Mujeres). A lo largo de la película irá rompiendo cadenas y se dejará llevar por sus sentimientos y por su sensualidad lésbica. En cuanto a la joven Cay que lleva una vida como lesbiana desproblematizada, liberada, bastante aceptada por su entorno, conocerá el verdadero amor y la verdadera pasión quizá por primera vez. La película está ambientada en los años cincuenta, aunque realmente podría tener lugar en 1985: el factor retro no se acentúa en absoluto. Se trataba de una historia sencilla, aderezada con otras relaciones entre mujeres. Este último aspecto identifica la película no simplemente como una historia sobre lesbianas, sino una historia desde la experiencia femenina.

Si el cine gay tiene un lugar histórico innegable, es éste: dar cauce a una experiencia individual, a historias de dificultades y logros, en primera persona. Hasta 1985 la experiencia lésbica se había contado en tercera persona. Las lesbianas eran siempre “ellas”, a veces monstruosas, a veces patéticas, pero siempre vistas desde el punto de vista heterosexual, como personas que no acababan de encajar en un orden establecido. Aquí el orden del mundo es lésbico. Está en la luminosidad del rostro de Patricia Charbonneau, en la sexualidad de su encuentro con Helen Shaver (el sexo entre mujeres rodado con pasión y cariño, en lugar de con intenciones provocadoras o decorativas), en el homoerotismo de la escena de la bañera, en la ambigua amistad con la amiga cantante.

Si hay un personaje que funciona como antagonista (aunque antagónicas son las reservas de Vivian) es la propietaria del hotel, “madre adoptiva” de Cay. Este personaje me parece interesante, porque no creo que la película diga que sus sentimientos son “en el fondo” lésbicos. De hecho uno de los hallazgos del film es reconocer una gama de emociones entre mujeres y decidir que entre ellas hay algunas que podemos llamar lésbicas y otras no. Esto va, me temo, contra la idea del continuo lésbico, así que igual es una impresión polémica que queréis discutir.

¿Alguna experiencia que queráis compartir sobre esta película? También me pregunto hasta qué punto os parece una narrativa “cercana”. Y si sigue funcionando: en mi opinión, tal como se desarrolla la historia, sigue siendo excepcionalmente relevante. No me parece una historia superada.